Madre, ahora polvo, tierra
A veces te recuerdo
Atizando el fuego con tus cartas
Pegada al rescoldo
Pegada al rescoldo
Sola siempre, desolada
Esposa de la soledad
Recuerdo tus pasos en el alba, el azoro en tu corazón
Tus ojos saturados del negro de la noche
Tu miedo al ulular del búho y a la sordez de la serpiente
Tus pies atollados en las aguas turbias del río
Te recuerdo quebrada por perder un hijo
El grito desgarrado de tu cuerpo
El grito de tus ojos a otros ojos
El terrible grito de tus ojos
El extenso vacío de tus ojos
El desierto para siempre de tus ojos
Recuerdo ver salir tu corazón y echarse a correr enloquecido
Lo vi vaciarse en la tierra y marchitarse
Vi los sonidos extinguirse de tu boca
Y vi la muerte en ti antes de morirte
Y entonces caminé al lado de la muerte
Le di la mano y me hice su hijo
Aprendí a escuchar el silencio de la muerte
Aprendí el canto triste de los muertos
A espantar espíritus con el humo de un cigarro
A hablar y escuchar con los ojos,
A no pedir
A poner la otra mejilla
A no pedir
A poner la otra mejilla
Al quehacer del hombre
Ahora recuerdo
Te veo en mis ojos saturados de la noche.
Guillermo Sánchez.
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