lunes, 23 de agosto de 2010

Un bello árbol en peligro de extinción



Pensaba escribir algunos aspectos técnicos de este árbol tal vez una ficha técnica o algunos datos sobre su ecología. Pero, en vez de ello, mejor escribo sobre su majestuosidad y sobre la experiencia de tener la oportunidad de conocerlo, ya que se encuentra en peligro de extinción de acuerdo con las normas nacionales de México y de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. En lo técnico, solo diré que es una conífera cuyo nombre científico es Picea chihuahuana. Sólo existe de forma natural en pequeños parajes de la Sierra Madre Occidental en los estados de Chihuahua y Durango México. Hay parajes en donde sólo existe un árbol, en otros cinco, en otros 17 y en otros algunos cientos. Pero en total no existen más de 20 mil árboles adultos de esta especie. En otros países tal vez solo exista por su importación de alguna forma no regulada. Yo conocí un ejemplar en el Arboretum de la Universidad del Norte de Arizona, en las faldas de las Montañas de San Francisco, que uno de mis profesores importó como regalo cuando era apenas un arbolito de 15 centímetros.

Pero bueno, lo que quiero contar es que el conocer este árbol es una experiencia única. Caminar por los parajes donde crece lo hace a uno viajar en el tiempo, a la época de los dinosaurios, pues se calcula que se originó por aquellos tiempos, hace millones de años. Al llegar a alguno de los lugares donde habita, el aliento se detiene, para enseguida tomar bocanadas de aire puro, fresco, con olor a sus hojas y corteza. Todo es perfecto, pues donde crecen siempre hay un arroyo de aguas cristalinas que les proporciona humedad. Además son lugares tan lejanos que sólo los nativos, profesionales del bosque  y científicos tienen la oportunidad de conocerlos. Por eso al llegar, todo es naturaleza pura, cantos de aves y ardillas, el ruido del arroyo, el crujir del suelo al paso de los pies, silbidos del viento, frescura en el rostro. En el invierno se cubren de blanco con la nieve mientras los arroyos se congelan. Recuerdo y siento todas esas sensaciones.



La forma cónica de este árbol es perfecta y tiene un follaje verde azulado, pero debo decir que es para verse y admirarse, más que para tocarse, pues sus hojas son como espinas, como se ilustra en la fotografía de abajo. Algunos le llaman Pinabete Espinoso y con justa razón. Escalarlo requiere de una ropa especial, guantes y lentes protectores.  Además mide hasta 45 metros de alto. Diré en secreto que estudiar este árbol, más que un trabajo es algo recreativo, como un privilegio. En vez de querer terminar el trabajo, quisiera uno extenderlo. Yo lo conocí por primera vez hace 25 años y desde entonces es uno de mis favoritos.



Ahora que escribo esto me da nostalgia sobre su posible extinción. Se que yo me extinguiré antes que ellos, pues llevan millones de años en la tierra y han logrado persistir. Según la información científica con estudios de polen, hace unos miles de años existió hasta el centro de México. Sin embargo, ante la evidencia de los cambios de clima es necesario pensar en fomentar más su conservación, pues ahora es un relicto. Hace 14 años hice un estudio, para encontrar lugares donde pudiera crecer esta especie de forma natural o en plantaciones. Recuerdo cuando descubrimos un paraje que solo tenía un árbol y otro cinco. Por suerte, hace poco me han pedido información de ese estudio que me parece servirá para fomentar su recuperación. Se que pocas personas tienen la oportunidad de conocer en vivo una especie en peligro de extinción y por eso comparto con ustedes estas fotografías y algo sobre ella. Espero que les guste.

Guillermo.


domingo, 22 de agosto de 2010

A la espera del otoño










Caen las primeras hojas del durazno
amarillas, aserradas, con venas transparentes
parecidas a cuencas diminutas vaciando sus arroyos;
ante mi, se vuelven lluvia de oro.

Ayer apenas, en abril, tus ramas eran florecientes
pétalos tiernos, rosados, cálices fértiles;
hoy, frutos de epidermis aterciopelada
drupa carnosa, aroma sutil, corazón sereno.

Árbol de vida, entre tu copa, el cielo azul
nubes amorfas y racimos de lunas mecidas por el viento
hoy quiero cobijarme con tus hojas de oro
asirme de tu tallo, sentir el silbido de tus ramas.

Caducifolio, me gusta tu florecer de primavera
pero añoro tu madurez femenina en el otoño
así puedo tocar tu piel, sentir tu aroma, comer de ti
antes que llegue el invierno.

martes, 10 de agosto de 2010

El árbol de más de dos mil años



Cuenta el árbol, que la gente especula sobre él
Que si dos mil años tiene ¿qué más da?
Que si ha registrado la historia breve de una patria
Que si es testigo de los cambios de clima en la tierra
Que si es uno, cuatro o dos, sólo uno
Que si se llama Tule, Ahuehuete o Sabino
Que algunos pocos le llaman Taxodium mucronatum
Que no teme a los dendrocronólogos en su adivinar

Cuenta que sobre él ven fauna que no ha visto
Que mamíferos y reptiles nacen de su corteza
Que para alojarlos se transforma en pantano, bosque, pradera o mar

Cuenta que a su edad, sus ramas pesan, que el viento en él se detiene
Que un búho silencioso, anoche ululó con discreción
Con la esperanza de que un día se extinga la superstición

Cuenta que para no aburrirse en tantos años, juega con el sol y con su sombra
Que crea un titilar de estrellas propias, meneando sus ramas contra el sol
Que siente las cosquillas de los insectos y roedores
Que se peina con el viento y se baña con luz de plata
Que hunde sus raíces hacia el centro de la tierra
Que se ríe al escuchar la historia de los niños

Cuenta que le daría gusto verte, si no lo has visto
Que le gustaría volverte a ver, si ya lo viste
Que si no puedes hoy, mañana, en un año o cien
Que tiene más de dos mil años
Que puedes contar con él.

Dedicado al Árbol del Tule que se encuentra en Santa María del Tule, Oaxaca, México

domingo, 8 de agosto de 2010

Andar bajo el sol

Hoy quiero verte, y puedo
porque aunque ausente estés, conmigo estás
en mi universo, en mis arterias, en mi frente
aquí, allá, en todas partes.

Hoy quiero verte, y puedo
porque no sólo mis ojos ven
porque aunque ayer no te vi, te vi
porque estás en el centro de mi mundo.

Hoy quiero verte, y puedo
porque aunque dormido esté, veo tu andar bajo el sol
porque aunque el sol se oculte, me ilumina tu rostro.

Hoy quiero escucharte, y puedo
porque aunque no te escuche, te escucho en las aves
te escucho ahora, en este instante, como paloma.

Hoy quiero sentirte, y puedo
el sudor de tu piel dorada, al llegar
la brisa del lago y tu respirar,
y tu risa, que lo es todo.

Guillermo