domingo, 13 de marzo de 2011

Hojarasca


Suave crujido, acompañas mi andar
te quiebras sin reclamo a cada uno de mis pasos
y aún a costa tuya, proteges mi caída.

Callas justo cuando silba el viento
dejándome escuchar la voz de ella
su risa, canto de aves.

Caes como la nieve inerte
pero has hecho lo que pocos pueden
transformar los rayos de sol en alimento
danzar en el aire a la luz de las estrellas
cubrirte de blanco sin sentir frío
y diste cobijo a pájaros y mariposas.

Me gusta tu color castaño
me recuerdas sus cabellos.

Cruje ahora, suavemente
deja que ella sienta tu canto
deja que escuche mi andar
que desde allá sigue mis pasos.

Guillermo.

LA LUNA ENTRE MIS MANOS


Anoche tomé la luna entre mis manos.
Mientras dormías, ella iluminaba mi ventana.
Traté de detenerla en su viaje silencioso.
La acuné entre mis dedos, mientras pensaba en ti.

En la alborada sentí el titilar de los astros lejanos
y en mi insomnio aparecieron tus ojos.

Sólo el silbido del tren me sacó del asombro
lo mismo que a las aves aún dormidas.

La luna se posó en el horizonte, mi luna.
Traté de detenerla y se escurrió entre mis dedos.
El mundo gira y nos lleva en su órbita celeste.
Mis manos ahora vacías, a la espera de llenarse de ti
de tu propia luz, mi luz.


Guillermo.

Nota: Luna vista desde el bosque, en una noche iluminada.