lunes, 1 de febrero de 2010

Lluvia de invierno



Lluvia del cielo, regalo de la naturaleza. Primero, vapor de agua condensada en nubes de formas fugaces. Para unos, intercambio de cargas eléctricas, átomos, moléculas; para otros, corderos, corazones, osos, ángeles, tu rostro. Después, caes de lleno mojando el campo, los bosques, y mi piel curtida por el tiempo. ¿Sabes? Me gustas a todas horas. Por las mañanas, me haces pensar en la brisa de los mares, en un velero sorteando las olas con rumbo a su destino, en los risos suaves de un hada. Por las tardes me asombro al ver que cada gota descompone la luz del sol para formar el arcoíris, con un brillar multicolores que supera a los diamantes. Gotas prismáticas ¿Me equivoco o veo el color de tu vestido, el rojo carmín de tus labios, el tono claro de tu piel y el iris de tus ojos titilantes? Te observo y creas mi propio cambio climático. De noche….de noche me despiertas, con tu arrullo de arroyo, con tus golpecitos en mi ventana. Me haces levantarme para verte. Te escucho, te contemplo, despiertas mis sentidos. Puedes ahora volver al cielo, me doy cuenta que has llegado de esta forma.

Guillermo.

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